jueves, 2 de octubre de 2008

Dopamina


Dopamina (C6H3(OH) 2-CH2-CH2-NH2) pertenece al grupo de las catecolamina que cumple funciones de neurotransmisor en el sistema nervioso central.

La dopamina en los ganglios basales tiene una función fundamental para el control de los movimientos por parte de nuestro cerebro. La destrucción de las neuronas que producen dopamina en esta zona es la causa de la enfermedad de Parkinson.

Este neurotransmisor cerebral se relaciona con las funciones motrices, las emociones y los sentimientos de placer.

La dopamina, en personas con enfermedad de Parkinson, aparece al 50 % de los niveles normales y produce rigidez muscular y falta de coordinación motora. En esta enfermedad, las neuronas productoras de dopamina van degenerando lentamente, y aunque se desconocen las causas de esta degeneración neuronal, algunos casos parecen estar muy relacionados con la toxicidad de ciertos compuestos químicos, como los pesticidas.cita requerida. Por el contrario, la esquizofrenia se asocia con un aumento excesivo en los niveles de dicho neurotransmisor.

Dopamina, impulsividad y adicción.

Un estudio relaciona el temperamento impulsivo con el riesgo de desarrollar adicciones

La dopamina es un neurotransmisor relacionado con el desarrollo de adicciones. Asimismo, trastornos como déficit de atención con hiperactividad, esquizofrenia o adicción a sustancias estimulantes se caracterizan por una alteración en los circuitos dopaminérgicos cerebrales, la dopamina, principal alquimista del placer.

Las personas impulsivas son más propensas a desarrollar adicciones. por un menor número de receptores de dopamina en el núcleo accumbens, la región del cerebro relacionada con el placer, son mucho más propensas a desarrollar adicciones. A través de una cuantificación de los niveles de unos receptores de dopamina, D2 y D3, en el núcleo accumbens.

Adictos.

Las neuronas de los adictos, abocadas a una anormal y elevada cantidad de dopamina responden defensivamente y reducen el número de receptores dopaminérgicos. Así se explica por qué los drogadictos empiezan tomando drogas para sentirse mejor, para luego tener que consumirlas para evitar la sensación de malestar y necesitan cada vez más sustancia para lograr el mismo efecto. Los neurocientíficos sostienen hoy que la predisposición a la adicción a la heroína o a cualquier otro opiáceo puede ser en muchos casos hereditaria, hasta el punto que se han identificado ya los genes que codifican la actividad de la dopamina en el cerebro.

Variaciones hereditarias en estos genes podrían alterar la eficacia con la que las neuronas procesan la dopamina. La mayoría de las drogas adictivas, bien sean estimulantes (como la cocaína) o relajantes (como la heroína), imitan la estructura de los neurotransmisores. Del medio centenar de neurotransmisores identificados hasta la fecha, muchos (incluyendo la dopamina) desempeñan un papel relevante en las adicciones. A nivel bioquímico, todas las experiencias que el ser humano encuentra placenteras, tanto si se trata de escuchar música, comer chocolate o hacer el amor con un ser querido, responden a una cascada de reacciones químicas activada por la dopamina en el núcleo accumbens.

La amina del placer

La hipótesis de la dopamina provee un marco de trabajo para entender como una predisposición genética a producir poca dopamina puede interactuar con el ambiente y crear una disfunción grave de la conducta. Como la mayoría de las moléculas biológicas importantes, la dopamina establece unos umbrales de equilibrio. Poca dopamina en ciertas áreas cerebrales desencadena los temblores y parálisis propias de la enfermedad de Parkinson; demasiada dopamina causa las alucinaciones y los pensamientos paranoicos de la esquizofrenia.

En cuanto a las drogas, se ha descubierto que las anfetaminas estimulan la producción de dopamina a nivel celular, que la cocaína bloquea una enzima denominada DAT cuya función normal es absorber la dopamina que descargan las neuronas y que la heroína se une al receptor dopaminérgico y estimula directamente los canales de refuerzo. Por su parte, la nicotina y el alcohol elevan los niveles de dopamina circulantes y, por otra parte, se ha identificado un compuesto químico desconocido en los cigarrillos que aumenta los niveles de dopamina por medio de un bloqueo de la enzima MAO B. La dopamina, sin embargo, es más que una molécula de placer y desempeña un extraordinario papel en el aprendizaje y la memoria.

Cada vez que un neurotransmisor como la dopamina llega a una sinapsis, los circuitos que desencadenan un pensamiento, una motivación o una acción son vía prioritaria en el cerebro. En las adicciones, la dopamina actúa como un neurotransmisor tan potente que las personas, objetos, situaciones y lugares en que se consumió la droga quedan firmemente fijados en la memoria. Se ha demostrado también que, estimulados mediante el olor a tabaco, los fumadores no pueden controlar la urgencia de fumar de forma idéntica a como los perros estudiados por Pavlov no podían dejar de salivar ante el estímulo de comida.

En un cerebro normal, los niveles de dopamina y acetilcolina, se encuentran en equilibrio e igualados en sus funciones inhibitorias y excitatorias. Cuando se reducen los niveles de dopamina, se rompe dicho equilibrio pues la acetilcolina comienza a tener un exceso en su actividad excitatoria, lo que provoca enfermedad de Parkinson. La dopamina se encuentra en la parte compacta de la sustancia negra y se ignoran las causas por las que sus neuronas mueren y dejan de mantener el sistema en equilibrio sobre el cuerpo estriado.


La ausencia o alteración de la ACh en la placa neuromuscular produce una enfermedad grave, con flacidez muscular generalizada hasta la impotencia respiratoria, llamada Miastenia Gravis.


Cocaína en el cerebro

En el proceso normal de comunicación, la dopamina es segregada por una neurona a la sinapsis, donde se combina con los receptores de la dopamina en las neuronas adyacentes. Normalmente la dopamina se recicla a las neuronas transmisoras por una proteína especializada llamada el transportador de la dopamina. La cocaína se adhiere al transportador de la dopamina y bloquea el proceso normal de reciclaje, resultando en una acumulación de la dopamina en la sinapsis lo que contribuye a los efectos placenteros de la cocaína.


Cuando la cocaína se usa de corrido, o sea, repetidamente y en dosis cada vez más grandes, puede conducir a un estado de irritabilidad, inquietud y paranoia. Esto puede causar un episodio total de sicosis paranoide en que el individuo pierde el sentido de la realidad y sufre una serie cambios:
  • Adicción
  • Irritabilidad y cambios de temperamento
  • Intranquilidad
  • Paranoia
  • Alucinaciones auditivas



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