Es uno de los órganos reguladores más importantes de la homeostasis. Contribuye a la regulación de la contracción del músculo liso (como el del tubo digestivo) y cardiaco; y de la secreción de muchas glándulas. Regula la temperatura corporal. En él se encuentra el centro del apetito, responsable de la sensación de hambre y el centro de la sed. Contribuye a mantener los estados de vigilia y los patrones del sueño.
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