sábado, 20 de septiembre de 2008

Velocidad de conducción de los impulsos nerviosos.

La velocidad de conducción (propagación) de los impulsos nerviosos no se relaciona con la intensidad del estímulo que los desencadena. En vez de ello, el diámetro del axón y la presencia o ausencia de la vaina de mielina son los factores primordiales que determinan tal velocidad. Además, los axones transmiten los impulsos a mayor rapidez cuando están calientes y a velocidad más baja si están fríos, de modo que el enfriamiento localizado de un nervio puede retrasar tal conducción. El dolor resultante de la lesión de tejidos se disminuye con la aplicación de hielo porque éste bloquea parcialmente la conducción de las sensaciones de dolor por los axones.


Los impulsos “brincan” intervalos largos a medida que la corriente fluye de un nódulo a otro en la conducción saltatoria, por lo que viajan con velocidad mucho mayor que la posible con la conducción continua en axones amielínicos de igual diámetro. La conducción saltatoria también es más eficaz en el uso de energía. Se despolarizan sólo pequeñas regiones de la membrana, de modo que es mínima la entrada de Na+ cada vez que un impulso pasa por un nódulo. En consecuencia, las bombas de sodio usan menos ATP para mantener la concentración intracelular baja de Na+.


Los axones de diámetro grande conducen los impulsos con mayor rapidez que los de diámetro pequeño. Los primeros (con diámetro de 5 a 20 µm) se llaman fibras A y siempre son mielínicos. Las fibras A tienen período refractario absoluto breve y conducen los impulsos con velocidad de 12 a 130 m/s. Son de este tipo los axones de neuronas sensoriales que conducen impulsos relacionados con tacto, presión, posición de articulaciones y algunas sensaciones térmicas, al igual que los de motoneuronas que transmiten impulsos a los músculos.


Las fibras B poseen axones con diámetro de 2 a 3 µm y período refractario absoluto un poco más prolongado que el de las fibras A. Son mielínicas, con conducción saltatoria a velocidades hasta de 15 m/s. Estas fibras transmiten impulsos sensoriales de las vísceras al encéfalo y a la médula espinal. También están presentes en las motoneuronas autónomas que se extienden desde el encéfalo y a la médula espinal hasta las estaciones de relevo del SNA llamadas ganglios autónomos.


Las fibras C son las de axones con diámetros más pequeño, de 0.5 a 1.5 µm, y período refractario absoluto más prolongado. La conducción de impulsos en estas fibras tiene velocidad de 0.5 a 2 m/s. Se trata de axones amielínicos que transmiten impulsos sensoriales de dolor, tacto, presión, calor y frío provenientes de la piel, así como impulsos dolorosos de las vísceras. Son de este tipo las fibras motoras autónomas que nacen de los ganglios autónomos y estimulan corazón, músculo liso y

glándulas. Entre los ejemplos de las funciones motoras de las fibras B y C, se encuentran la constricción y la dilatación de las pupilas, la aceleración y la desaceleración de la frecuencia cardiaca, así como la contracción y la relajación de la vejiga (todas ellas funciones del sistema nervioso autónomo).


Codificación de la intensidad de los estímulos.


Si todos los impulsos nerviosos son de la misma magnitud, ¿de qué manera los sistemas sensoriales detectan las distintas intensidades de los estímulos?, ¿cómo es que la presión táctil ligera se siente diferente de la presión con mayor firmeza? La forma principal en que se comunica la intensidad de los estímulos es la frecuencia de impulsos, o sea la de su generación en el área de activación. Así el tacto ligero genera frecuencia baja de impulsos nerviosos, muy espaciados en el tiempo, mientras que la presión firme hace que los impulsos se transmitan por el axón con frecuencia más alta. Un segundo factor de la codificación de la intensidad de estímulos es el número de neuronas sensoriales que activa el estímulo. La presión firme estimula más neuronas sensibles a la presión que el tacto ligero.



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